A pesar de que lo ideal es la prevención, los días de tormenta pueden servir para poner a prueba un edificio:
filtraciones, humedades, agravamiento de grietas, atascos de canalones y sumideros, caída de elementos de fachada, sobrecarga por nieve, escorrentías y manchas, fallos en instalaciones eléctricas, persianas y toldos afectados por granizo, desprendimientos por viento, rotura y desplazamiento de tejas, riesgo de inundación...
es sólo una muestra de las consecuencias de tener un edificio poco mantenido; algunos sucesos pueden ser meramente accidentales, pero quizá se podrían haber evitado con un edificio en buenas condiciones.
Poseer un Manual de Mantenimiento de su edificio y estar al día de todas las inspecciones que marca su calendario es fundamental para el bienestar de los ocupantes y, en relación a la economía, nunca es un gasto, siempre es una inversión.
Foto: Vicente Bosch para El Mundo.
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